En primer lugar la personalidad propia del objeto, entendiendo esta como el conjunto de circunstancias que hacen que el objeto sea como es. Influirían en este aspecto el material con el que fue realizado originalmente, la persona que lo realizo, la época (que determinara las condiciones y los medios con los que fue realizado), y la vida propia del objeto, que el mismo nos ira contando a medida que vayamos llevando a cabo el proceso ( si ha estado expuesto a condiciones adversas como humedad o ataque de insectos, si ha tenido reparaciones previas, si ha sufrido los efectos de un mal uso como golpes, etc ).
En segundo lugar tenemos que tener muy en cuenta el uso al que sera destinado el objeto después de su restauración, ya que no enfocaremos el trabajo de la misma forma si el objeto va a ser usado únicamente para ser expuesto o si queremos recuperar la funcionalidad del mismo, devolviéndole en la medida de lo posible su utilidad inicial.
Teniendo en cuenta estos aspectos y sea cual sea el destino final del objeto, a mi me gusta abordar siempre estos trabajos con el máximo respeto hacia la propia personalidad original del objeto y al oficio de quienes lo crearon.
De esta forma comenzaremos el trabajo observando detenidamente el estado del mueble y sacando las primeras conclusiones sobre como afrontaremos el trabajo.
En este caso observamos el mal estado del barniz, pero la madera por ser caoba de buena calidad no ha sido atacada por insectos, ni por la humedad.
Observamos también sucesivas reparaciones, llevadas a cabo en este caso sin demasiado criterio, hay muchas puntillas y cola mal aplicada, que probablemente en un principio dieron mas solidez a la silla, pero ahora esto hará que la recuperación sea bastante mas complicada.
Procederemos en primer lugar a desmontar las partes desencoladas, para retirar toda la cola vieja y permitir así un nuevo encolado.
Realizamos la limpieza procurando mantener las partes encoladas que se mantienen en buen estado y retirar todo el adhesivo inútil de las partes que no lo están. Al mismo tiempo retiraremos puntillas y clavos, procurando no deteriorar la madera.
Una vez limpios los ensambles, retiraremos el barniz viejo en este caso con un proceso mecánico, el acuchillado. Siempre que sea posible prefiero no aplicar productos químicos, para alterar lo menos posible el estado de la madera.
En este caso realizamos el acuchillado utilizando cuchillas de cúter, antiguamente se utilizaban trozos de cristal o cuchillas de acero que se iban afilando a medida que perdían el filo.
El acuchillado nos permite además de retirar el barniz viejo, planificar la madera eliminando algunos pequeños desperfectos por golpes y arañazos.
Una vez retirado todo el barniz, encolamos de nuevo procurando mantener la presión entre las piezas al menos durante doce horas. Esto garantizara un tiempo suficiente de secado a la cola.
Una vez que tenemos el mueble limpio y debidamente encolado, revisaremos los posibles desperfectos por golpes, etc, que intentaremos subsanar en la medida de lo posible. Debemos tener en cuenta que no intentamos dejar el mueble como nuevo, sino reparar los desperfectos mas significativos, permitiendo también que el mueble no pierda totalmente esa personalidad aportada por los años, de la que hablamos al principio.
Como podemos observar esta pata ya había sido reparada anteriormente y sobre la reparación se ha producido un nuevo daño que intentaremos reparar.
Los adhesivos para madera necesitan aplicar presión entre las partes a encolar y no siempre podemos ejercerla con las múltiples herramientas que existen para ello, así que a veces tenemos que utilizar métodos alternativos. En este caso enrollamos una tira de goma, sacada de una vieja cámara de bicicleta, un método muy efectivo y muy utitizado por luthiers en la elaboración de instrumentos, ya que reparte uniformemente la presión, sin dañar para nada la madera.
Una vez encolado el trozo de madera añadido, lo moldeamos sobre la pieza original haciendo que esta recupere su forma.
Siempre que sea posible procuraremos utilizar el mismo tipo de madera , en este caso caoba, aunque siempre se notara algo la diferencia. De todas formas pienso que una reparación de este tipo bien realizada, no debe tratar de ocultarse, sino que va a pasar a formar parte de la personalidad del mueble, a mi entender enriqueciéndola.
Ahora empezamos a preparar el mueble para el acabado final, aplicando sucesivas manos de lija. es conveniente aplicar al menos dos lijados a la madera en bruto empezando por una lija de grano 80, que abrirá el poro y terminando con un grano 100 o 120.
Aplicamos un tinte suave para igualar.
Una buena mano de fondo ha sido suficiente en este caso.
En este tipo de trabajos, en vez de lijar con lija fina (240-260), prefiero hacerlo con lana de acero, que nos dará un acabado mucho mas sedoso.
Se acopla el asiento a la silla y se repasa si fuera necesario de barniz.
Y este es el resultado final. Hemos recuperado totalmente la funcionalidad de la silla y mejorado notablemente su aspecto, respetando su personalidad propia.
Aunque actualmente esta sociedad de consumo desmesurado nos incite a creer lo contrario, a mi me gusta pensar que los objetos tienen vida propia y que mediante estos trabajos, podemos devolverles el aliento perdido y que con renovado esplendor puedan continuar
alimentando su historia y de paso, la nuestra.